Lo más simple, lo más sencillo es dejarse
llevar. Decir feliz día, dar un beso, regalar flores. Fluir con la masa, lo que
siempre resulta más fácil, y quizás también más placentero.
Lo segundo más sencillo es criticar. Esgrimir
la conciencia de mercado como espada rutilante. Cortar – como diría Paso de los
Toros- con tanta dulzura. Observar y repetir, aduciendo adultez, sentido común
y una astuta comprensión del contexto, que se trata todo de una gran farsa capitalista.
Que el único sentido de ser, de semejantes fechas - los vi, lo juro, lo dicen con el brillito
del descubrimiento sagaz en las retinas!-
es vender. Si, si. El maldito mercado
abriendo sus fauces para devorarnos enteros, con nuestros besos, y abrazos y
elefantitos de peluche. Eso dicen. Los críticos
se vuelven así, ferozmente indiferentes a la fecha. Defienden con vehemencia su
derecho a no decir te amo. Estos enormes ofuscados, son el fondo, grandes
hombres y mujeres de fé. Solo se puede negar lo que existe.
Pero existe también una tercera opción: aceptar
este enorme invento capitalista como lo que es, una creencia no demasiado
diferente a tantas otras con las que convivimos a diario. Entonces, si aceptamos
esto, podemos besarnos, abrazarnos y revolcarnos con la lúcida inocencia de
quien sabe – con prescindencia de curas rebeldes que remiten a la les chocolates, los floristas mas flores y las jugueterías , todos sus peluches de vidriera.yenda del
origen de la fecha- que es así, que este
día esta hecho para que los kioscos vendan ma
El día existe. Aprovechemos entonces la
ocasión. Reinventémosla. Cada uno a su
imagen y semejanza. No hace falta gastar. No hace falta comprar.
San Valentín se impone en las fachadas de todos
los comercios, en los diales de todas las radios, y hasta – cuando no!- en el
doodle de Google.
Seamos concientes que se trata de una
estrategia inteligente de este sistema que se reproduce y optimiza a si mismo como
espécimen huyéndole a la extinción, y que a la vez…un poco de amor no le hace
mal a nadie.
Esta es una opción, esta es mi opción. No
aceptar a ciegas, no negar desde una
lógica que se pretenda por fuera de las reglas del juego, sino aceptarme
bicho social y reinventarme el día, este día, desde mi propia lúcida inocencia.
Lic. Lorena D’Ercole
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